YayBlogger.com
BLOGGER TEMPLATES

jueves, 4 de septiembre de 2014

62.

La sobredosis de cafeína recorría mi cuerpo.
Y las calles desnudas, donde solo se encontraban un par de vagabundos en los portales o algún que otro joven disfrutando de sus últimos días de libertad frustrados por la entrada a la universidad.
Y luego estaba yo.
Pensando en ti.
Y en nosotros.
El humo del tabaco inundaba mis pulmones y la cajetilla decía que estaba en las últimas.
Mis pupilas dilatadas y los ojos lacrimosos y rojos, decían que yo estaba en las últimas.
Mis pies bailoteaban al ritmo de alguna canción que tenía en la cabeza tratando de no pensar en ti.
En tus ojos y en tus rizos.
En tus manos y en tus labios.
Mi culo, plano y frío, debido al largo rato que llevaba sentada en las escaleras de un parque en medio de Madrid viendo como la gente iba y venía, me decía que debía moverme ya o mis piernas se quedarían estancadas sin moverse.
Pero yo seguía pensando.
En todo y en nada a la vez.
En ti y en mí y en lo que eramos y no eramos a la vez.
Un torbellino de imágenes recorría mi cabeza para luego desaparecer destrozando todo lo que habíamos logrado como un huracán.
Destrozando el muro que había a mi alrededor para que nada ni nadie lo atravesara pudiendo romperlo de nuevo.
Pero tú lo pasaste.
Lo destrozaste.
Y me dejaste.
Me dejaste con la última nota de la última de las veinte canciones en la boca.
Me dejaste con el último acorde de aquella vieja guitarra que te encantaba.
Me dejaste.
Con ladrillos derribados en el suelo, rotos.
Sin poder arreglarlos.
O haciendo ese muro aún más alto.
O cediendo el muro a mi libertad y dejarme expuesta al mundo externo.
A lo mejor eras tú.
O la cafeína que recorría mis venas.
O la nicotina de la cajetilla que había fumado.
O todo.
O nada y solo buscaba una excusa.
Pero tú estabas ahí sin estarlo.
Y yo estaba ahí estando.
Esperando a reconstruirme o derribarme.
Aún no lo sabía.
Ni lo sabré.
Pero no pasa nada.
Iré a por otro café.
Iré a por otro cigarro.
Iré a por más ladrillos y cemento.
Iré a reconstruirme como si fuera un puzzle de mil piezas imposible de acabar.
Iré a por más relojes.
Iré a por más tiempo.
Y esta vez, ahora, no se escapará.
O por lo menos, eso intentaré.