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lunes, 30 de diciembre de 2013

53.-

Respirar suavemente y llenar tus pulmones de aire nuevo, de un sitio desconocido, de tu sitio preferido, de un lugar que se convierte en tu sitio preferido.

Y silencio. No oigo nada, o estoy demasiado concentrada en mí y mis sentimientos como para oir o sentir algo nuevo. No quiero. Quiero ser una persona nueva.
Año nuevo, 18 primaveras ¿Por qué primaveras? El otoño es una estación más bonita. No me gusta la primavera, me gusta el otoño, con su frío, con sus mañanas de calor y tardes de frío, perfectas para un café y un buen libro. Me gusta el otoño y su cielo, sus puestas de Sol y la manera en la que este toca mi pálida piel, por mucho que hace un par de meses intenté coger algo de color en verano.
Me gusta el otoño.
Otoño, para mí, significa independencia. Es la época en la que podré ser libre, volar, alto, como un pájaro. Tengo ganas de otoño. Tengo ganas de levantarme por las mañanas e ir desnuda por mi propia casa, sin nadie que me moleste y que mi habitación -o salón en su defecto.- estén inundados al olor de mi tabaco.
Tengo ganas de poder fumar tranquilamente en un balcón o en una azotea que dé hacia las calles de Madrid, vacías y solitarias a altas horas de la madrugada, quiero poder escuchar mi música y respirar el silencio de los pasillos vacíos en una casa que me pertenezca -o al menos durante unos meses.-

Por primera vez, quiero sueños, esperanzas y ganas de vivir, quiero ser yo sin que nadie se ponga en mi camino. Quiero poder pintar sólo con una camiseta y el cenicero lleno de colillas aplastadas llenas de pintura por mis manos sucias y quiero tumbarme en un sillón y beber té sin que mis hermanos estén gritando y peleando por el programa que echan hoy, que casualmente, echan sus favoritos en diferentes canales y a la misma hora. Quiero andar descalza por mi casa y bailar al ritmo del tocadiscos sin que mi madre me grite para que me ponga unos zapatos. Quiero poder traer a alguien a casa y lo que surja, sin preocuparme de qué pasará después.
Me gustaría viajar y perderme entre trenes entre países y entre la gente. Me gustaría irme lejos una temporada y yo que sé. Después volver. O seguir perdida.
Quiero sentir que soy yo, quiero otoño, para que mi mente y mi cuerpo, se unan finalmente, sentir que encajo y que mi piel me quiere, sentir que mi corazón, late por un motivo y ese motivo no eres tú. Quiero poder escuchar la radio en silencio o que los vecinos me griten por el patio que baje el volumen de la cadena de música.
Quiero muchas cosas y quiero poder conseguirlas.
[...]
Otoño, otoño con sus hojas caídas, con sus colores naranjas y amarillos, con sus árboles desnudos y sus lluvias de idiotas.
Otoño con su calor y otoño con su frío.
Otoño.
Me gusta el otoño. Me gusta poder ser un poco más yo.

lunes, 9 de diciembre de 2013

52.-

Traigo penas, recuerdos, sonrisas y lágrimas.
Vaya, parece el comienzo de un musical. Trataré de comenzar otra vez.
Hurgando en viejos armarios, en viejos cajones de mi memoria, me he dado cuenta de una cosa. Que necesito cambiar. Además, urgentemente. No sé. Llámame loca, pero estoy cansada de ser yo. Bueno, no de ser yo. Sino de pensar como yo. Respecto a mí. Respecto a mi cuerpo. Algo tiene que cambiar.
Yo tengo que cambiar (o mi mente, quién sabe) pero desde luego algo.
No más sentimientos nostálgicos, no más "quiero ser otra persona" y un poco más de "necesito ser yo, conocerme a fondo y que les jodan a los demás"
Sé que esto, no es lo que suelo escribir. Lo que no estáis acostumbrados a leer.
Pero quiero ver la luz al final del túnel, quiero salir de lo que parece una cueva, dónde llevo encerrada años, sin salir, con miedo a ver el exterior y enfrentarme con mis verdaderos miedos. Quiero tocar (necesito tocar) con mis propios dedos la felicidad y joder, que ya va siendo hora.
Me he parado a pensar el tiempo que he malgastado así.
Y no estoy hablando de horas.
Ni de días.
Ni de semanas.
Ni de meses.
Estoy hablando de años, de años enteros que he vivido en el odio y rencor hacia mi persona. Odiándo todo aquello que hacía o decía, odiándo mis movimientos, mi persona, mi mente. Mi cabeza. Me odiaba. Y esto es un hecho.
Y estoy cansada, porque llegas a un punto en el que no quieres, ni puedes, seguir así.
Y puede que lo haga -o puede que no, aún no lo sé.- pero ojalá, ojalá este año cambie.
Ojalá este año sea todo nuevo y empiece a entender eso que llaman "vida" poco a poco, empezando a hacer más por mi salud que por mi mente.
Muchos probablemente, no lo entendais, no me importa que no lo entendáis, simplemente, necesitaba escribirlo, para que yo, dentro de un año, cuando repase mis entradas (o cuando sea que lo vuelva a leer) sepa si realmente, he cambiado para bien o he seguido sumerguida en un pozo que no tiene fondo, cayendo como Alicia persiguiéndo al conejo blanco.

Ana, tu "yo" del futuro, te lo pide. Hazlo por ti. Por tener un futuro. Por no seguir rompiéndote. Demuestra que eres fuerte y que puedes, poco a poco. No lo harás de un día para otro, probablemente tardes semanas e incluso meses, pero poco a poco, inténtalo. Hazlo por ti. Por un futuro.

(Siento delirar tanto, pero esto es lo que creo que necesito ahora mismo)

domingo, 1 de diciembre de 2013

51.

Me gustan las habitaciones antiguas. Con ventanas antiguas de madera, blancas, con la madera saltandose y la pintura gastada. Con techos altos y puertas grandes. Con una cama y muros con fotos en blanco y negro. Incluso un pequeño balcón.
Y sobre todo, sobre todo me gusta que ese ventanal, de a la calle. Que las ramas de los árboles tapen los cristales y su sombra -y a la vez su luz.- entre a traves de las ramas, dejando las formas de las hojas pintadas en negro sobre la pared.
Es relajante. Relajante mirar hacia la ciudad, como todo el mundo va rápido, llega tarde, espera porque llegó pronto, se toma un café y tú estás ahí, observándoles, fumando en tu pequeño rincón, tu pequeño escondite a través de un rincón de la enorme ciudad, relajándote y mirando los pequeños detalles de los que no te darías cuenta si no estuvieras ahí.
Me gusta fumar sacando la mitad de mi cuerpo hacia la calle, la primera bocanada de aire fresco y no cerrar las cortinas por la noche dejando que la ténue luz del sol me acaricie por las mañanas los domingos.
Me gusta asomarme y tomar café.
Me gusta mirar  y escuchar tranquilamente mi cd favorito.
Me gusta relajarme y ver como todos tienen prisas mientras que por un momento, entre mi mezcla de sentimientos, puedo relajarme. Respirar tranquila. Sin presión. Disfrutar durante unos segundos de esa calma y tranquilidad de esta pequeña y antigua habitación con ventanas agrietadas y fotos en blanco y negro.