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sábado, 25 de mayo de 2013

30.-

Mi vida empezó aquel día. Más bien, aquella noche, entre suspiros ahogados y prisas, entre rinconces escondidos y risas, entre lugares que no conocía y a la vez, entre aquellos rincones de tu piel que tan bien conocía, que tanto me gustaban...
Podía decir que eran sobre las 5 de la mañana, desperezada, entre tus brazos, me desperté, intentando hacer el  menor ruido posible. Amores flacos, amores de sótano. Me encendí uno de tus cigarrillos italianos y lo puse entre mis labios, aspire el humo y posé aquel cigarro tan fino y largo sobre el cenicero que te regalé aquella nochevieja, no hace más de varias semanas. Entre paso y paso, esquivando los restos de la noche anterior, llegue a tu camiseta, me la puse y observé, observé un segundo mientras dormías, tranquilamente, con una calma envidiable, seguro que yo ni si quiera llegaba a esa tranquilidad ni cuando dormía ¡Já! pensé, me reí para mis adentros e hice un moño, el humo, empezó a inundar una parte de la habitación. Amores de barrio, amores de enanos. Parecíamos idiotas, perdidos entre sábanas, perdidos entre deseo, perdidos entre sentimientos, borrachos, viendo las estrellas, pidiendo aún más.
Conseguí alcanzar otro cigarro y me puse mis vaqueros, viejos, desgastados, rotos y anchos, aunque los recordaba pitillos, así que, o había adelgazado en los últimos años o del desgaste... yo que sé. Resoplé y reí mientras varios mechones de pelo, se escapaban de aquel rebelde moño. Alcancé, finalmente, mis tacones y sin ponérmelos aún, te dí un último beso, con sabor a tabaco, con restos de vodka, con restos de sentimientos perdidos en aquella noche.
¿Qué sería de mí después de aquello? No lo sé, pero ¿Qué más da? Sería como siempre, exactamente igual, mismos sentimientos y necesidad de agarrarme a otra persona, porque yo sola, sería incapaz, fiestas, más fiestas y quién sabe, algún que otro rollo.
Pero siempre habría un sentimiento incapaz de cambiar, siempre, quedaría el recuerdo imposible de borrar, siempre, permanecería en aquel sotano, dónde decicí guardar todos y cada uno de mis recuerdos... para evitar... ya sabes saltar.