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lunes, 7 de octubre de 2013

43.

Supongo que muchas veces no cuenta nada porque el dolor que siento, no se puede expresar con palabras. No me culpes, yo quiero contártelo, igual que te cuento todo lo demás, pero no puedo.
Lo intento, igual que intento rimar palabras y acaban sin sentido, igual que intento muchas cosas y fracaso. A veces, quiero soltarlo, gritarle al mundo lo que siento, pero me da la sensación de que una cuerda se atara a mi cuello, como si me fueran a ahorcar. Me da la sensación que me he tragado mil cuchillas y estas, me desgarran la garganta, pidiendo por favor que eso pare, pero nada para. Y todo avanza. Y al avanzar empeora.
Pero por mucho que me duela, pretendo que todo va bien. Y me río, y sonrío. Y hago bromas y digo gilipolleces, pero todo se termina cuando alguien pregunta cómo estás o qué te pasa. Pero la verdad es que no entienden que es difícil, que hay cosas tan grandes que las palabras no llegan, que pensar lo que te pasa, te destruye, que fingir estar bien, te cansa. Y te cansa tanto que no sigues, que no puedes seguir y no es que seas vago, es que no puedes moverte, no tienes fuerza y dejarías que la vida te arrastrara y te arroyará, te atropellara entre las agujas del reloj. No es que estés cansado, es que no tienes ni si quiera una motivación por la que seguir y ni si quiera el reloj de arena se resbala entre tus dedos y te preguntas una y otra y otra vez por qué te ha tenido que tocar vivir esta vida, por qué. Y no le encuentras una solución,no ves ninguna luz al final del túnel que te ayude a salir y por muchas manos a las que quieras aferrarte para levantarte, no puedes. Todo te pesa demasiado como para ser cogido por alguien.

No sé. Esto carecerá de sentirdo, porque como ya he dicho, no puedo ponerle palabras al "¿Cómo estás, Ana?"