Murmullos. Sólo oyes eso. Y una vez que corres, te
acostumbras a estar asustado. Por todo, por nada, por lo general. Porque sí.
Te da miedo todo, la felicidad, la tristeza, la gente, la
compañía, la soledad… no puedes con ello. Te da miedo la vida, te da miedo la
muerte, vives asustado de vivir y piensas en el miedo que tienes a la muerte.
Y duele. Pero llega un punto en el que casi, no lo notas. O
duele tanto que te acostumbras. Es un murmullo, de fondo, lejos, muy lejos en
tu cabeza, pero a veces grita. Grita y es como si alguien hubiera subido el
volumen al máximo y no lo puedes bajar. Y te mata, te destroza lentamente y
grita, grita y chilla como si tus demonios te estuvieran atormentando, pisas el
propio infierno y no te quemas, porque ya estás quemado. Y lo sientes,
realmente lo sientes y sientes no poder sentir lo que deberías sentir. Dolor.
No sientes eso porque ya estás acostumbrado. Y eso, duele más.
Y otra vez hay ruido, mucho más ruido. Y nunca dejas de
escucharlo. Nunca.
Vives en una pesadilla, pero nunca estás dormido. Vives en
vela, esperando que pase algo que nunca pasa, vives esperando a algo que jamás
vendrá.
Y poco a poco, las horas pasan, los días, las semanas y los
meses, haciéndose eterno y te preguntas mil veces diarias que cuando
conseguirás acabar con todo esto, con esas voces que gritan y te llevan a tu
propio infierno. Te planteas morir, ya que sabes que por fin, podrías descansar
pero nunca tendrás esa certeza y simplemente la fantaseas. Te planteas el fin,
el comienzo del fin y un nuevo comienzo. El dolor ya casi no se nota, solo te
derrumbas, como si alguien rompiera tus paredes y altos muros que has
construido a tu alrededor para evitar el exterior. Y de nuevo gritan.
Y te atormentan.
Y duelen.
Y a veces (siempre) tienes que vivir con ellos como si nada.
Como si sólo hubiera silencio. Como si sólo hubiera vacío.
Y crees que conoces la muerte, pero en realidad no. No hasta
que te enfrentas con ella, cara a cara y puedes tocarla con la yema de tus
dedos. Luego, se pone debajo de tus dedos y empieza a vivir dentro de ti, y te
acostumbras…
Pero no hay absolutamente nada que puedas hacer.
Nada.
¿Y sabes qué es lo peor? Que a nadie le importa si mueres,
porque ya estás muerto.